«Tarde o temprano habrá que repensar las obligaciones para que sean ejecutables»
Juan Picos Martín (Madrid, 1971) es
el director de la Escola de Enxeñaría Forestal de Pontevedra y un buen conocedor
de la realidad del monte en la provincia, así como de lo que implica la norma
que obliga a desbrozar y eliminar el arbolado en las franjas más inmediatas a
los núcleos habitados.
-Se está
hablando de una franja de protección. Pero, ¿qué implica esta norma?
-La franja de protección son esos
cincuenta metros de las casas, de las edificaciones, de una serie de
construcciones que teóricamente tiene que proteger la norma. Pero también hay
distancias para líneas de transportes, líneas eléctricas, gasoductos,
subestaciones eléctricas... la norma es relativamente compleja.
-¿Y
qué se busca con ella?
-Lo que busca la norma es establecer unas áreas con una
reducción de vegetación con la idea de aumentar la seguridad de las
edificaciones, pero también de los equipos de extinción. Hay que pensar que a
veces no se trata solo de que el fuego no llegue a la casa, sino de que los
equipos de extinción puedan trabajar con seguridad en el espacio entre donde se
encuentra el combustible forestal y las edificaciones a proteger.
-Ni especies pirófitas, ni
maleza en esa franja. ¿Es así?
-Realmente el concepto pirófito es un concepto poco amable para meter en una
ley. Todo es una especie pirófita. Pero sí hay una serie de especies, como
eucaliptos, pinos y acacias en esas zonas de seguridad de treinta y cincuenta
metros que no podrían estar. También por debajo se habla de una distancia
inferior en la que no puede haber ninguna especie de arbolado. Si uno tiene una
casa y al lado tiene un carballo, teóricamente no cumpliría la ley. Estamos
hablando de que algunos árboles que ahora mismo consideramos un valor, tomando
la ley a rajatabla, tendrían que ser cortados.
-Las
comunidades de montes dicen que es imposible cumplir la norma.
-El 62 % de los edificios de Galicia están en la interfaz urbano
forestal. No el 62 % de la población, sino de los edificios, de las
construcciones. Asumimos que la práctica totalidad de estos edificios van a
tener estas obligaciones. Hablamos de decenas de miles de hectáreas. Estamos
hablando de que la actuación sobre el arbolado se haga, probablemente, una sola
vez, pero después del arbolado va a venir el matorral, por la especificidad de
nuestro clima. Lo cual implica que hay que mantener un trabajo muy intenso
sobre una superficie muy amplia. Desde el 2007, el cumplimiento de la norma y
el empeño por hacerla cumplir por parte de la Administración tampoco ha sido
muy vehemente. Desde los incendios del 2017, se está haciendo un esfuerzo muy
importante, bajo amenaza de multa, de concienciación. Pero tarde o temprano
vamos a tener que repensar estas obligaciones para que sean ejecutables. Al
final, el interés no es multar, sino que tiene que ser aumentar la seguridad de
las áreas pobladas y la viabilidad de las masas forestales con una explotación
racional.
-¿Quién va a multar finalmente si no cumple el propietario forestal?
-Hay una competencia en áreas no forestales de los concellos y
luego en otras zonas, de la Administración autonómica. Pero, a día de hoy, los
concellos no tienen personal suficiente.
-Si el
propietario no aparece o si son muchos, ¿qué sucede?
-En caso de que aparece y no cumple o si no aparece, el concello
puede llevarlo a cabo con la imposición de los costes al propietario. Y si no
aparece podría ser incluso expropiada la finca para afrontar estos costes. Esto
supondría para un ayuntamiento, cientos o miles de expedientes. Por lo que hay
un problema para la ejecución. Habrá que reformular cosas en el futuro.
-Ustedes
tienen muchas consultas en la Escola de Enxeñaría
Forestal de
propietarios, empresas.
-Y también de vecinos donde vivo. Al final todo el mundo está
buscando interpretación. Hay una serie de disposiciones complejas. El mejor
consejo que se puede dar es que se dirijan al concello y al distrito forestal y
realmente pueden hacer allí las consultas y recibir el apoyo y el consejo para
poder cumplir las obligaciones legales.
-Las
empresas de desbroce estos días parece que no dan abasto.
-Pues sí. Eso es positivo para los propietarios y los
trabajadores de esas empresas, pero cuando hay un plazo corto para cumplir esto
hace que muchos propietarios forestales intenten hacerlo por sus propios medios
y hay que estar muy sensibilizados con que esto conlleva un riesgo cierto de
accidente. Hay personas mayores que habían dejado de desbrozar sus fincas
porque sus condiciones físicas digamos que ya no eran las mejores y ahora han
vuelto a hacerlo y muchas ocasiones a toda prisa. Han vuelto a coger sus
motosierras y sus desbrozadoras y es un riesgo.
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