Los cerezos gallegos ‘top’ llegan al monte
Los viveros gallegos están ya comercializando 5 clones autóctonos de la especie transferidos por el Centro de Investigación Forestal de Lourizán. Sus crecimientos llegan a ser de un metro por año
El aprovechamiento forestal del cerezo se presenta como una alternativa más para la rentabilidad de un monte variado. Hace más de 20 años que el Centro de Investigación Forestal de Lourizán comenzó a dar los primeros pasos para impulsar la producción forestal del cerezo en Galicia y hoy, hay ya variedades gallegas en los viveros y se constata un interés por estas plantaciones. Sin embargo, las plantaciones forestales de cerezo son aún escasas.
“Durante muchos años la gente ha vivido de espaldas a las frondosas autóctonas, pero hoy hay un interés general porque tengan una mayor presencia en el monte y porque puedan aprovecharse”, apunta Pedro López, jefe del Distrito Forestal XIX (Caldas – O Salnés), que acaba de participar en una jornada centrada en el cerezo para uso forestal celebrada en el Centro de Investigación Forestal (CIF) de Lourizán, en Pontevedra.
El interés por la recuperación de las frondosas autóctonas llega en muchos casos de la mano de las comunidades de montes, que están apostando por incluir nuevas plantaciones, al margen de pino y eucalipto. Entre esas opciones, el cerezo es una alternativa que ofrece una oportunidad de aprovechamiento forestal y que, además, es viable en zonas restringidas a otras especies, como las cercanías a los núcleos rurales, donde no se pueden plantar pinos y eucaliptos por la normativa de prevención de incendios.
La comunidad de montes vecinales de Coiro, en Cangas (Pontevedra), es un ejemplo de esa apuesta por contar con un monte diverso, pues acaba de realizar, a comienzos de este año, una pequeña plantación de 70 cerezos. Se trata de ejemplares procedentes del Centro de Lourizán, que tendrán un seguimiento del Centro para comprobar la evolución de las diferentes variedades en un monte periurbano como el de esta comunidad.
Variedades adaptadas
Junto con esta plantación de Cangas, en el Centro de Investigación Forestal de Lourizán cuentan también con otras parcelas experimentales, en diferentes ubicaciones y de distintos tamaños, con las que controlar la evolución y adaptación de los clones que están desarrollando. Este trabajo de investigación sobre el cerezo para uso forestal se inició en el centro alrededor del año 1996, después de que empezaran a plantarse las primeras parcelas en Galicia para fines forestales.
Plantas de cerezo obtenidas en cultivo in vitro en el centro de investigación forestal de Lourizán |
Comenzaron procurando ejemplares silvestres en la zona oriental de Galicia, donde había una importante presencia de este árbol. “Cuando se hicieron las primeras plantaciones había un gran desconocimiento, no había planta autóctona y otras variedades no llegaron a adaptarse bien o sufrieron mucho por distintas plagas”, comenta María Eugenia Miranda, investigadora del CIF Lourizán.
El cerezo es hoy una de las especies prioritarias del Programa de Mejora Genética del Plan de innovación y mejora forestal de Galicia 2010-2020. De hecho, a lo largo de estos años consiguieron poner en el mercado 5 clones. El primero de ellos, el Lourizán 1, fue registrado en el Catálogo Nacioal de Material Forestal de Reproducción en el 2011. “Cada vez el proceso de registro es más exigente y debe incluir ya no sólo los estudios que demuestran la calidad del árbol sino que se espera que proporcionemos material y recomendaciones para estas variedades”, detalla la investigadora.
Las investigaciones se enfocan también a conseguir variedades más resistentes a los retos asociados al cambio climático, como la sequía o las inundaciones. “Estuvimos realizando pruebas con distintos ejemplares sometiéndolos a situaciones extremas de encharcamiento y de sequía para comprobar cómo responden ante estas condiciones adversas”, explica Miranda.
Así, entre las cinco variedades registradas, hay clones que presentan distintas adaptaciones. El Lourizán 2, por ejemplo, tolera mejor los encharcamientos, pero no la sequía; en tanto el Lourizán 3 está más adaptado a la sequía. La mayoría de ellos destaca además por una baja incidencia de enfermedades fúngicas. En cuanto a crecimientos, los tres últimos clones registrados (Lourizán 3, 4 y 5) incrementan los crecimientos y diámetros de los dos primeros (Lourizán 1 y 2). El que mejor comportamiento mostró en la plantación clonal de Lourizán es el Lourizán 3, que llegó a los 18 metros en 19 años, manteniendo un crecimiento sostenido de casi un metro anual.
Junto a los 5 clones, en el centro esperan poder presentar y registrar en los próximos meses otras tantas variedades que amplien la oferta para los productores. En la actualidad, media docena de viveros gallegos comercializan planta de cerezo de estas variedades autóctonas ya registradas.
Cuestiones a tener en cuenta a la hora de plantar cerezos
Al margen de contar con planta autóctona de calidad y adaptada a las características de Galicia, hay otros aspectos en los que los expertos hicieron hincapié a lo largo de la jornada para la producción de madera de cerezo. “Al igual que acurre con otras frondosas, no se puede introducir cerezo en cualquiera terreno porque precisan de una serie de características y de una silvicultura más exigente que otras especies”, apunta Pedro López.
Así, los cerezos precisan de terrenos con una buena profundidad de tierra y disponibilidad de agua. “Es un árbol muy exigente con la humedad de los suelos, por lo que se precisan suelos que no se inunden y que conserven bien el agua en verano”, concreta Braulio Molina, ingeniero de montes de la Asociación Forestal de Galicia. Son árboles sensibles a varios hongos e insectos lo que obliga a hacer un seguimiento de su evolución. A su favor, el cerezo resiste bien las bajas temperaturas y las heladas tardías.
Los expertos recomiendan escoger terrenos protegidos del viento y preferiblemente antiguas parcelas agrícolas de suelos básicos o neutros. Este tipo de terrenos y las propias características del árbol, con un crecimiento vertical y una estructura que deja pasar bien la luz, propicia que pueda combinarse con un aprovechamiento ganadero de estos espacios. “Es muy importante proteger bien los árboles, con mecanismos adecuados que eviten que el animal coma la corteza o se rasque contra el tronco, así como regular la carga ganadera que puede soportar la parcela, para evitar daños que condicionen la plantación”, explica Molina.
Al mismo tiempo, al tratarse de una frondosa autóctona, las plantaciones de cerezos pueden funcionar a modo de cortafuegos naturales, y ofrecer una discontinuidad en un monte repoblado. En este sentido y atendiendo a los propios requerimientos del árbol, los expertos inciden en que las zonas de vaguada son propicias para las plantaciones de los cerezos, así como las franjas auxiliares de los caminos, a la par que se consigue una mayor protección frente a los incendios.
El mercado para esta madera, la gran incógnita
Se estima que los turnos de tala de la madera de cerezo se sitúa entre los 30 o 50 años y esto es precisamente, al igual que ocurre con otras frondosas autóctonas, uno de los obstáculos para la expansión de este cultivo frente a otras producciones con ciclos más cortos. Los cerezos pueden llegar a alcanzar una altura de hasta 35 metros y un diámetro de entre 50 y 70 centímetros que, en los casos más destacados, consigue los 120 centímetros.
El aprovechamiento de esta madera está ligado a una producción de calidad, ya que es una madera muy apreciada para la ebanistería, así como, para la construcción de instrumentos o toneles. En la actualidad el mercado gallego de esta madera es casi inexistente. “Los productores que quieren disponer de este tipo de madera tienen que optar por importarla de otros países, pero sí está habiendo una demanda de esta madera”, concreta el ingeniero de montes Braulio Molina.
Saber si las plantaciones de cerezo en fase de crecimiento o las que se planten en los próximos años podrán tener un hueco en el mercado de la madera es una cuestión clave. En este sentido, los expertos coinciden en señalar que “aunque es una especie más arriesgada que otras de ciclo corto, todo parece indicar que va a haber oportunidades para ella, siempre que se produzca madera de calidad”.
Fuente: Campogalego
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