¿Por qué no arde el monte? Humedad, conciencia y un poco de desbroce
La principal razón por la que no ha habido incendios es la más obvia: hemos vivido un invierno y una primavera especialmente lluviosos
La principal razón que esgrimen los agentes que
trabajan en el monte es la más obvia: hemos vivido un invierno y una primavera
especialmente lluviosos. La consecuencia es un aumento de la humedad en
la biomasa que puebla el monte. El combustible está más húmedo. Y no
solo eso, las lluvias que se han ido produciendo este verano, especialmente en
el mes de julio, han contribuido a mantener ese nivel de humedad o,
al menos, a que la biomasa no se resecara más de la cuenta. Es verdad que ha
habido pocos incendios, pero también que los que se han producido no han
prosperado, en buena medida porque la humedad del terreno ha frenado su
propagación. Claro que las condiciones no son iguales en toda Galicia: «Aquí
está listo para empezar a arder», apunta un guardia que trabaja en el sur de
Lugo. Sin embargo, en general, el ambiente aún no es el propicio para los
grandes incendios: «Imos cun mes de atraso, e vese nas floracións», explica José
Manuel Couselo, otro guardia forestal. Si sigue lloviendo al menos una vez a la
semana, las condiciones podrían mantenerse similares a las actuales, es
decir, dificultando la propagación del fuego.
Hay otras razones que podrían repercutir en el
descenso del número de incendios hasta ahora: «No ano 2006 houbo moitísimos
lumes e no 2007, baixou moitísimo», explica Couselo. Es una tendencia estadística
constatable: a una gran catástrofe le suele seguir una temporada mucho más
tranquila: «La mayoría de los incendios intencionados cuya autoría se descubre
son negligencias. Los causantes de esas negligencias acusan estas catástrofes y
extreman las precauciones, al menos durante algún tiempo». Esa actitud tiene su
reflejo en el número de siniestros. El impacto que produjo la jornada de
octubre del año pasado puede haber tenido un efecto positivo en esta temporada,
especialmente para evitar negligencias que acaban convirtiéndose en graves
incendios.
¿Y la presión sobre los propietarios para aumentar las
tareas de desbroce, para limpiar el monte? «Queda mucho por hacer en ese
sentido. Hay zonas concretas que están bien y donde se ha notado ese trabajo,
pero aún quedan muchas aldeas rodeadas de combustible», señala otro guardia con
base en la provincia de Pontevedra.
«Algo ha funcionado -reflexiona otro agente-, pero nos
hemos encontrado con casos en que nos hemos tenido que enfrentar al
propietario, al denunciarlo, y a la Administración, reticente a recogerla». En
general, los profesionales atribuyen a los desbroces privados la parte menos
relevante en este descenso provisional en el número de incendios registrados.
Fuente: https://www.lavozdegalicia.es/
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