La industria de la madera reclama que se flexibilicen las medidas de erradicación del nematodo para evitar el cierre de 40 empresas


Pino talado en Besadiña con los daños del nemotodo.


Los aserradores y rematantes de madera de Galicia exigen a la Xunta que se flexibilicen las medidas decretadas para erradicar el brote del nematodo del pino que se declaró en noviembre en el concello pontevedrés de As Neves, tras advertir de que provocarán el cierre de 40 empresas, la destrucción de 350 puestos de empleo y una caída de ingresos de 100.000 euros diarios para el sector. Las restricciones impedirán a las compañías cortar madera entre abril y noviembre en los terrenos de unos 6.000 titulares o sacar de los montes los subproductos, restos como la corteza o el serrín que representan una de sus principales fuentes de ingresos.

Para exterminar la plaga del gusano microscópico y evitar su expansión, el Gobierno autonómico impuso a la industria una serie de limitaciones a su actividad en la 'zona cero' --en una ratio de 20 kilómetros en torno al positivo-- siguiendo las directrices que marca el comité fitosanitario europeo y que consideran "inviables" para sacar flote un sector amenazado por la pérdida de competitividad en los últimos años. Lo denunció esta mañana en Santiago la secretaria general de la Federación Empresarial de Aserradores y Rematantes de Maderas de Galicia (Fearmaga), Ana Oróns.

Con este escenario en 18 concellos de la comunidad, la entidad pidió que Bruselas adopte en el próximo encuentro del comité el 25 de este mes alternativas para no tener que paralizar las cortas durante siete meses. De lo contrario, la única vía a la que podrán recurrir los rematantes es a comprar madera fuera del perímetro de vigilancia y a pagar sobrecostes por ello. Los aserraderos tendrán que hacer lo mismo para no quedar desabastecidos, ya que los acopios para la transformación de la madera "podrán durar en torno a un mes" y acabarán por deteriorarse debido a las altas temperaturas y el nivel de humedad. Al margen de la caída de la facturación, la industria teme perder sus clientes actuales "porque no se nos permite comercializar nuestros productos en los nichos de mercado actual", según lamentó Oróns.

Al mismo tiempo, Fearmaga plantea que los subproductos puedan trasladarse desde las parcelas en camiones toldados para evitar una eventual propagación del nematodo. Y es que, con el dinero que obtienen de la venta de la corteza, los lomos o el serrín --que suponen el 35% de la composición de un árbol-- cada empresa pueden pagar los salarios de sus empleados.

Hasta el 1 de abril, toda la madera que salga de la zona demarcada tiene que ser sometida de forma obligatoria a un tratamiento térmico para combatir el brote y poder venderla. Para ello, los aserraderos deben contar con un sistema que solo tienen instalados seis de los 23 negocios afectados, si bien, representan el 80% de la producción. La aplicación de este tratamiento eleva hasta en 15 euros el precio de cada metro cúbico de madera, un coste que en la actualidad asume la industria. Con todo, a los subproductos no pueden suministrarle ese calor, por lo que se ben obligados a quedarse con los restos o "malvendelos". La única alternativa es astillarlos, pero este procedimiento también requiere de instalaciones espefícicas que no hay en prácticamente ningún aserradero.

Precios a los dueños

Tras pedir una revisión de las medidas, los representantes de la industria negaron que paguen hasta un 50% menos por la madera a los dueños forestales tras la declaración del nematodo del pino. De hecho, el propietario de uno de los aserraderos ubicados en la zona demarcada, José Manuel Frieira, aseguró que el nivel se mantiene en torno a los 40 euros por metro cuadrado, hasta siete euros más que en las subastas que realiza la Xunta (unos 33 euros por metro cúbico).

La organización está convencida de que las rentas serán mayores cuanta menos intervención haya. "O propietario vende mellor a un aserradeiro ou a un rematante" que a través de una puja pública, según sentenció Frieira.

Futuro

A la espera de que la Unión Europea traslade a la Xunta una solución ante los efectos del brote, Ana Oróns advirtió de que las consecuencias "van a ser dramáticas para las empresas a corto plazo y nefastas para todo el sector a largo plazo". La secretaria general de Fearmaga afirmó que el parón en la actividad se prolongará al menos durante otros dos años.

La situación pone contra las cueras a los negocios de la zona que, por el momento, han logrado capear las dificultades sin renunciar a su trabajo y sin recurrir a la suspensión de pagos.

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