El largo camino de invertir en un monte
De los 680.000 propietarios forestales que hay en Galicia,
solo 80.000 cortan madera con regularidad. Y por las ventas obtienen unos 300
millones de euros anuales. Hay un largo camino desde que se invierte en un
monte hasta empieza a dar rendimientos. A mayor tamaño, mayores posibilidades
de mecanización del trabajo y, en consecuencia, se elevan los umbrales de
rentabilidad. Y Galicia se significa por el raquitismo de sus parcelas, un mal
endémico sobre el que los expertos llevan años alertando. El propietario medio
posee unas dos hectáreas, y en la mayoría de los casos esparcidas. Por debajo
de tres hectáreas es muy difícil que una explotación sea viable. El abanico de
rentabilidades varía en función de las especies, tal y como muestra un informe
de la Asociación Forestal de Galicia (AFG). He aquí los principales casos.
EUCALIPTO
En el caso de las plantaciones de eucalipto -sobre todo de
Eucalyptus globulus- el turno de corta es cada 15 años. Los costes de los
trabajos pueden situarse entre los 2.800 y los 6.350 euros, dependiendo del
nivel de mecanización que se emplee. Los ingresos por hectárea en ese período
de tiempo estarían entre los 8.000 y los 12.000 euros; es decir, que el
propietario de una parcela de tres hectáreas en 15 años, en el mejor de los
casos, obtendría unos 36.000 euros. Hay que tener en cuenta que estos son
ingresos brutos, a los que hay que descontar, además de los costes del trabajo,
otros gastos como empleados, gestión y seguros.
Algunos de los propietarios forestales suelen poseer más parcelas y por
ello rotan. «Los costes se reducen en el caso de que las masas provengan de
regeneración natural, elevando así las tasas internas de retorno por ser las
necesidades de inversión menores; estas rentabilidades son muy parecidas con
independencia de si el destino final es pasta o sierra, porque, aunque el
precio aumenta significativamente en el segundo caso, el incremento del turno
de corta hace que la tasa de rentabilidad se reduzca. A igualdad de calidad de
estación y nivel de mecanización, suelen tener mejor tasa de retorno los
modelos silvícolas con menor turno de corta», explica Daniel Rodríguez, de la
Asociación Forestal de Galicia.
PINO
En el caso de las plantaciones de coníferas (pino del país:
Pinus pinaster, y pino insigne: Pinus radiata, principalmente) el turno de
corta está en torno a unos 35 años de media, y el coste de los trabajos oscila
entre los 6.500 y los 12.000 euros por cada hectárea, una horquilla que, al
igual que en el caso del eucalipto, cambia también en función de los medios
mecánicos disponibles. Los ingresos que obtendrá el propietario varían también
de forma significativa dependiendo de la calidad de la estación; esta es la
forma que utilizan los ingenieros forestales para referirse a la calidad del
suelo, que varía en función de la altitud, del agua, los nutrientes y la
orientación. Para una productividad media, los ingresos pueden situarse entre
los 10.000 y los 13.000 euros por hectárea, con rendimientos variables en
función del tipo de suelo. La rentabilidad mejora notablemente en el caso de
que se produzca pino para trituración, si bien en este caso los turnos de corta
se sitúan en torno a los 25 años. Reducir el período de tala afecta
positivamente a las tasas internas de retorno. «Para las masas de coníferas
resulta esencial tener un importante control de los costes, porque no se
transfieren en una mejora significativa del precio final del producto», detalla
Daniel Rodríguez.
ROBLE
En las frondosas caducifolias existe una gran variedad de
especies con características muy diferentes: unas más productoras (tanto de
madera como de fruto) y otras que tienen un carácter más protector, donde el
interés de su aprovechamiento económico es secundario. El roble (Quercus robur)
es una especie autóctona que se adecúa muy bien a las condiciones climáticas
gallegas. Una fraga es, posiblemente, la mejor representación del bosque
autóctono gallego y, tal vez sea por eso, en el cultivo de esta especie suele
prevalecer más el carácter protector que el productor. Esto es así, entre otras
cosas, porque el interés económico de su cultivo es más bien escaso y los
turnos para recuperar la inversión se sitúan en el entorno de los 100 años. Las
necesidades económicas oscilan entre los 7.000 y 11.000 euros en los supuestos
de regeneración natural, ascendiendo a una horquilla de costes de entre 9.500 y
15.000 euros por hectárea para las plantaciones. Tras cien años de espera, esta
inversión puede convertirse en unos ingresos brutos que podrían oscilar entre
los 20.000 y los 30.000 euros, en función de la productividad del suelo.
CASTAÑO
De todas las especies de frondosas caducifolias destaca el
castaño (Castanea sativa), desde el punto de vista económico, sobre todo para
la producción de fruto. En este uso, el rendimiento por hectárea puede estar
entre un 5 % y un 10 %, dependiendo de la recolección y del clima de la
estación. Si se trabaja para el sector de la madera, los resultados son
parecidos a los del resto de las especies del mismo tipo. En el castaño, el
turno de corta se sitúa en los 45 años, con un coste acumulado en los trabajos
de entre 7.000 y 14.000 euros, y una rentabilidad por hectárea del 2 %. También
hay usos mixtos (madera y fruto). Aquí el turno de corta estaría en los sesenta
años, según los datos de la AFG. (Fuente: https://www.lavozdegalicia.es)
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