Así debería ser el monte ideal en Galicia


La ordenación es esencial para evitar fuegos y aprovechar los recursos, desde la madera hasta los pastos o las castañas


Un monte ideal en Galicia debe diseñarse con la vista puesta en dos objetivos estratégicos: evitar los incendios y facilitar su extinción y compatibilizar el aprovechamiento económico de los recursos, que no se limitan a la producción de madera, pues hay que reservar zonas de pastos para los ganaderos o potenciar productos de gran valor como la castaña o las setas. Todo desde un enfoque sostenible que permita la preservación del monte desde el punto de vista tanto ambiental como económico y social.

 Respeto a las distancias

 Vegetación en torno a los núcleos de población. Una asignatura pendiente es combatir el nulo cumplimiento de la ley que regula las distancias que debe haber entre los núcleos de población y las zonas arboladas. La normativa establece una franja de protección de 50 metros. En los primeros 15 no puede haber ninguna plantación y hay que limpiar la maleza. De 15 a 50 metros solo puede haber árboles frondosos caducifolios, pero separados siete metros entre sí. A partir de los 50 metros sí se permite especies pirófitas (las que propagan con facilidad el fuego) como pinos, eucaliptos y acacias.


Zonas limpias

Ríos, carreteras, vías del tren y tendidos eléctricos. La Lei de Montes regula las distancias sin árboles en torno a infraestructuras, con el mismo fin de establecer discontinuidades de vegetación vitales en la lucha contra los incendios. En los cauces fluviales de más de dos metros de ancho no puede haber pinos, eucaliptos ni acacias a menos de 15 metros de distancia ni frondosas a menos de cinco.




Junto a las carreteras, autovías o líneas férreas no puede haber frondosas a menos de cinco metros ni árboles de combustión rápida a menos de diez, la misma distancia de protección que se establece para las zonas de pastos y cultivos. También es fundamental que las zonas anexas a tendidos eléctricos o pistas estén libres y actúen como cortafuegos.  

Selección de especies

Escoger bien los árboles para maximizar el beneficio. Un monte bien ordenado debe priorizar unas especies sobre otras en función del terreno. Aquellos que sean aptos y que cuenten con al menos una hectárea deberían dedicarse a soutos productores de castaña, con variedades gallegas, ya que tienen una alta rentabilidad y son de gran valor ambiental. Las otras dos especies de mayor valor económico (pino y eucalipto) también tienen importancia en la ordenación ideal del monte gallego, pero deben estar bien gestionadas, con una silvicultura adecuada que garantice su aprovechamiento e impida el abandono. 

Prados

 Un recurso vital para la ganadería. La ordenación del terreno debe reservar espacio para pastos, que son vitales para un sector económico tan importante en Galicia como la ganadería. 

 Zonas de pendiente

 Espacios que más rápido propagan el fuego. Las pendientes son zonas de especial necesidad de ordenación, pues facilitan la propagación del fuego. Por ello, además de crear zonas libres, es aconsejable que solo haya especies caducifolias.  

Servicios

Pistas forestales, puntos de agua y depósitos de madera. El monte ideal debe contar con pistas en buen estado, con las cunetas limpias y sin árboles pegados a ellas. Actúan de cortafuegos y facilitan el acceso de los medios de extinción. Y son una infraestructura esencial para transportar la madera de las talas, que deberían poder almacenarse en zonas de prado reservadas para ello para evitar su acumulación en pistas y cunetas.

Proyectos y sellos

Ordenación en vigor y certificaciones. El monte debería contar con un proyecto de ordenación en vigor y al menos un sello internacional. Dos son los principales, el PEFC de la Asociación para la Certificación Española Forestal y el de la FSC (Forest Stewardship Council).  

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