Galicia lidera el ránking mundial de lugares con más superficie forestal desaprovechada
En 25 años, ha gastado más en incendios que en ordenar el monte, el objetivo del plan de 1992
Comparada con otras potencias a nivel mundial, Galicia
cuenta con una de las más extensas superficies forestales desaprovechadas.
Hasta un 30 % de su territorio. De los algo más de dos millones de hectáreas de
monte, hay 600.000 que no se encuentran arboladas, lo que quiere decir que una
gran parte del territorio forestal está infrautilizado para usos industriales.
Este porcentaje es más del doble que el estimado en países como Finlandia o
Austria, y también muy superior al de Suecia o Estados Unidos.
Un dato que nos lleva a una primera conclusión: esta
autonomía es una potencia forestal, pero podría serlo mucho más. «Galicia y sus
empresas no extraen el mayor provecho a una riqueza existente en su tierra; por
ejemplo, el 40 % de todo el territorio de Ourense es improductivo», apunta el
catedrático de Economía Fernando González Laxe. En este contexto, la primera pregunta
que surge es por qué la comunidad infrautiliza una parte de su territorio
forestal. Y la respuesta está en la estructura minifundista de la propiedad:
Galicia contabiliza 680.000 propietarios forestales, de los que solo 80.000
cortan regularmente madera. Se trata de dueños de pequeñas porciones que, de
forma aislada, tienen escaso valor y no resulta rentable su explotación.
La ordenación
El propietario gallego medio posee dos hectáreas repartidas
en ocho parcelas, y solo un 3 % participan en fórmulas de cooperación, tal y
como recoge un informe elaborado por la Fundación Barrié. Por tanto, pese a que
el debate forestal se centra en Galicia sobre la conveniencia o no de una
determinada especie, como ha sucedido con el eucalipto, lo cierto es que el
gran reto estructural es otro: ordenar el monte, ganar dimensión y darle
viabilidad, de forma que pueda impulsarse el desarrollo rural y se fije
población. El principal desafío al que se enfrenta la comunidad para las
próximas décadas es, precisamente, trazar una estrategia que permita reducir el
porcentaje de superficie forestal desaprovechada. Y poner en valor un sector
infrautilizado. De ahí el objetivo de aprobar un plan para el monte, ahora a
debate entre la Administración autonómica y el conjunto de la cadena de valor,
que al menos hasta ahora se ha opuesto al diseño planteado por la Xunta. Galicia
ya aprobó un plan en 1992. Y lo hizo en el Parlamento gallego, por unanimidad
de todos los grupos. Tenía una vigencia de 40 años (hasta el 2032) y preveía
una inversión anual equivalente al 3 % del presupuesto autonómico. El objetivo
era ordenar el recurso. Galicia incumplió aquella estrategia, y el hecho de que
ahora sea necesario recuperarla evidencia el fracaso de un territorio que, año
tras año, ha invertido más dinero en apagar incendios que en ordenar sus
montes. Los datos que se han divulgado sobre el incumplimiento del Plan
Forestal de 1992 son demoledores: las diferencias anuales entre las ejecuciones
presupuestarias y las previsiones del plan han venido oscilando entre los 36 y
los 52 millones de euros, es decir, que el déficit de inversión productiva en
el monte suma más de 600 millones de euros. El inventario forestal de 1998
trazaba una foto sobre el recurso forestal en Galicia muy similar a la del último
disponible, del año 2009, lo que muestra que apenas se avanzó en esos años. A
pesar de que se encuentra pendiente de actualización, tampoco parece que haya
habido progresos desde entonces hasta ahora, según el sector. Este es otro de
los deberes que tiene la comunidad encima de la mesa: actualizar el inventario,
conocer cuál es el estado real del recurso. En Galicia se sabe, por ejemplo,
que el 30 % del monte se encuentra desaprovechado, pero habría que precisar con
una mayor exactitud qué proporción se encuentra realmente abandonada. Hay
superficie forestal arbolada que se encuentra en ese estado.
Mejor información catastral
La comunidad se enfrenta, además, a otro problema: mejorar
el conocimiento sobre la propiedad forestal. «La mayor parte del suelo forestal
de Galicia no consta en los registros de la propiedad y la información
catastral tiene enormes lagunas; hay que mejorar el catastro», sostiene Juan
Picos, ingeniero forestal y profesor universitario, además de autor de un
informe sobre el sector publicado por el Foro Económico de Galicia.
La comunidad sigue ahora a vueltas con un plan forestal 26
años después de aprobar el que incumplió: tanto la Administración autonómica
como el conjunto de la cadena de valor coinciden en la necesidad de abordar una
estrategia, de trazar un plan, pero discrepan en el cómo. Los retos a los que
se enfrenta la comunidad para mejorar su potencial forestal son enormes. De un
lado, romper la estructura minifundista de las propiedades forestales, lo que
requiere pensar en si el actual modelo de incentivos económicos favorece la
inversión privada. En contra de la creencia generalizada, no todos los recursos
para mejorar la ordenación y explotación del monte tienen que venir del sector
público y es necesaria la participación del capital privado. Galicia necesita,
además, establecer una estructura administrativa que separe de una forma más
nítida qué parte de los recursos se destinan a apagar incendios y qué parte se
dedica a la ordenación y gestión del monte. Un motivo de constante desencuentro
entre el sector forestal y la Xunta a lo largo de los últimos años.
Medio Rural aspira a duplicar las talas de madera en veinte
años.
En Galicia se cortan en la actualidad unos 7,5 millones de
metros cúbicos de madera al año. Más de la mitad de la materia prima de España
proviene de esta autonomía, y la Administración autonómica, dentro de la
revisión del plan que aún no ha consensuado con el sector, se plantea que las
talas se sitúen en los 16 millones de metros cúbicos en un plazo de 20 años, en
el 2038. La superficie arbolada, en ese tiempo, crecería en 125.000 hectáreas
-25.000 para el eucalipto, especie cuya expansión se limitaría, y el resto para
el pino y las frondosas caducifolias-, pero el aumento de las cortas no vendría
determinada tanto por este aspecto como por mejorar la gestión de las masas
forestales, es decir, producir más y mejor madera.
Los números
De todo ello depende el futuro de un sector que es
estratégico para Galicia y que está llamado a tener un papel determinante como
pilar del desarrollo rural. De hecho, no podría entenderse la economía gallega
sin todo lo que aporta la cadena de valor de la madera. El sector forestal
genera el 3,5 % del producto interior bruto (PIB) de la comunidad gallega, y de
él dependen unos 80.000 puestos de trabajo, entre directos e inducidos:
personas que trabajan en unas 3.000 empresas, cuya facturación conjunta,
contando todos los eslabones de la cadena de valor, se acerca a los 2.000
millones de euros.(Fuente:https://www.lavozdegalicia.es)
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